Costa Rica es divertida. Se mueve en los extremos, trivializando asuntos de envergadura (haciéndolos parte del divertimento colectivo) o sobredimencionando las situaciones más baladíes.
Así, nuestro acontecer informativo de mayor peso no discurre alrededor del referendo en sí, y más bien parece una competencia tácita, librada en medios y conversaciones, a ver cuál ocupa más atención: la lucha entre el "SÍ y el NO" o "Bailando por un sueño".