No siempre es fácil aceptar el movimiento, aunque digan que es para mejorar.
El destino ineludible del Cuchitril (el real) es desaparecer y dar paso (juntocon la casa que le da cimientos) a cuatro modernos apartamentos en el apetecido bulevar que comunica con el aeropuerto Tobías Bolaños.
Yel mío es buscar una nueva morada. Con fastidio, hoy emprendí esa búsqueda. Miré a un lado y a otro cuando conducía hacia el trabajo, leí los clasificados de tres periódicos y pregunté a mis conocidos sobre algún “pequeño apartamento, con cochera, dormitorio, cocina, baño y sala-comedor”. Todavía no hay resultados.
¡Pobre Cuchitril! Triste quedó hoy con su rompecabezas de caballos por toda decoración, la refri que necesita una “resortera” para cerrar, el clóset abierto y atiborrado de ropa por planchar y la cama destendida.