Llantas, pedazos de madera, papeles,
electrodomésticos viejos, latas y fierros oxidados.
Cualquier cosa sirve para amontonar en esa fogata que amenza con consumir el cable de la electricidad o expandirse hasta la casa del desgraciado al que "se le ocurrió vivir" justo donde queman el Judas.
Entre sonoros "pacos hijueputas", carreras, arrestos, luces y sirenas, transcurrió el sábado "Santo" en San Rafael de Heredia, el mismo pueblo que en la víspera se tostó la cara por seguir el recorrido milenario del Nazareno ensangrentado. El mismo que dos días antes abarrotó el templo donde doce imitaciones de apóstol recibieron masaje, agua y jabón.