
Al flamante
secretario general del PLN, dos veces ministro y reconocido experto internacional, René Castro, lo agarron bien pasadito de tragos, luego de que golpeara con su carro a un taxi, ensayara una fuga y le diera a otro vehículo en el intento.
No hay que ser hipócrita. Vivimos en la sociedad del alcohol y, como comunicador, sé que muchos colegas que se encargan de entrevistar a funcionarios y pedirles cuentas se "echan su traguito" de vez en cuanto. A mí también me gusta ir por una cervecita los fines.
Pero tampoco se trata de justificar al máximo ejecutivo del principal partido (actualmente en el gobierno) por el hecho de ser un "mal de muchos". No se trató solo de ser sorprendido en estado de ebriedad mientras conducía su vehículo (algo ya de por sí grave en un líder político de espuela nacional y fuera de linderos ticos), el señor Castro sumó tres "tortas" más por esa condición: golpeó un vehículo, se dio a la fuga y volvió a colisionar con otro carro.
Ya la prensa se había encargado de poner hasta el cansancio y darle seguimiento al tema de aquel chofer encantinflado y ebrio que asestaba golpes contra un camarógrafo. Vamos a ver qué avalancha se viene a raíz de este incidente de nuestro mundillo político.
La gente común haciendo cosas prominentes es noticia. Y la gente prominente haciendo cosas comunes también es noticia. Pero aquí hay prominencia en el actor y en la acción. Veremos qué más da este escándalo de tres días.