Tras las elecciones

Me tomó tarde para decir que Costa Rica amaneció con Presidenta. Hoy ya es miércoles y bien entradito en horas. Pero bueno, como no se cansa de decir el dicho, nunca es tarde...

De las elecciones puedo decir que transcurrieron con total normalidad y, a pesar de que costó verlas entrar en calentar, me gustó el respeto mutuo y la alegría en la mayoría de personas que apoyaron a uno y otro partido.

Veinticuatro horas antes de las elecciones no tenía mi voto decidido, aunque reconozco que llevaba días "cocinándolo". No apoyé a ningún candidato en específico y al igual que otros años pensé en voto por el candidato "más inverosímil" de todos (en las elecciones pasadas mi pulgar se lo llevó Humberto Vargas Carbonell de Izquierda Unida y para estas la que mayores méritos tenía para el crayolazo era la pandereta Mayra González).

Sin embargo, tras pensarlo mucho, terminé haciendo "voto útil". No, no voy a escribir aquí por quien. ¿Ya pa' qué? Además, como bien se dice, es algo de uno con su conciencia, sobre todo cuando no se está del todo convencido y, parafraseando a Fishman, se termina votando por el "menos malo".

En lo personal quiero destacar tres cosas:

1. Confirmé que algunas personas, cuando uno les dice que no va con nadie y no sabe por quién votar, creen que va con el candidato opositor al suyo. Es más, lo juzgan como partidario acérrimo y pasan incitándolo (pobrecitos) para ver en qué momento se le sale lo verde, amarillo o rojo. Todo mal con eso.

2. Escuché decir miles de cosas sobre las encuestas, que al final, le duela a quien le duela acertaron: Laura sólida en el primer lugar (ahí se quedaron más bien cortas), Ottón creciendo los últimos días de forma constante y Otto desinflándose. Muchos lamentos, recriminaciones y hasta insultos después, pero curiosamente nadie recordó las encuestas.

3. A mi me quedó clarísimo que Guevara, contrario a lo que yo mismo pensé durante mucho tiempo, no era un candidato fuerte y carismático en un partido de mentiras. Ralito en los debates, falto de contundencia para defenderse coherentemente con lo del financiamiento y repetitivo hasta decir basta en su discurso y el de su publicidad. Muchos ruido y nada de nueces. Repetir y repetir frases efectistas hasta el cansancio no es hacer política. Quedó demostrado que nuestro pueblo no come tanto cuento como se quiere hacer creer.