Cuatro chivos en diciembre no bastaronpara calmar a los sedientos seguidores de El Parque.
Con la última exhalación del mes, tres integrantes de la formación original, el recién llegado Marco Salas y dos refuerzos muy a la altura, demostraron en un abarrotado Jazz Café por qué El Parque sigue convocando fieles más de una década después de que fuera la gloria del rock criollo.
Y es que a los conciertos del grupo no solo llegan quienes, como yo, los escuchábamos pegar con “Dejalo ir”, “Juanita”y “Cuántas noches”, en los gloriosos años noventa. Ahí se ven jóvenes que pertenecen a la generación del nuevo milenio y eso habla de que la propuesta de la banda sigue estando vigente.
Las nuevas piezas, como “Nada cambia”, “Caminos”(una de mis favoritas) y la balada que se estrenó en el Jazz (lamentablementeno recuerdo el nombre) exhalan ese aire fresco que, desde mi humilde óptica, le permitirán a El Parque abrirse paso nuevamente en la escena sin depender de sus glorias pasadas (bueno... al menos no tanto).